terça-feira, 1 de junho de 2021

Paul Aulagnier, R.I.P. -


Por el Padre Paul disfrutamos hoy de nuestra Fe –
Por su eterno descanso recemos todos.

Hace tres semanas murió en Francia un ex-sacerdote de la Fraternidad con el que todos tenemos una inmensa deuda, porque fue durante varios años un apoyo decisivo para Monseñor Lefebvre en la fundación y construcción de la Fraternidad de San Pío X. Creo que el P. Paul Aulagnier (1943–2021) nunca fue tan feliz como durante esos años, porque la doctrina del Arzobispo era tan fiel y su liderazgo era tan humano que el P. Aulagnier se sentía inspirado para actuar de manera profundamente católica, lo que ya no fue tan fácil para algunos de nosotros cuando el excepcional Arzobispo murió en 1991. De hecho, el P. Aulagnier se separó de la Fraternidad en 2003, y puede que después haya seguido sirviendo a la Tradición Católica de diversas formas, pero seguro que echaba de menos a su venerado y querido Arzobispo.

La vocación del P. Aulagnier comenzó en el prestigioso Seminario Francés de Roma, justo cuando éste estaba siendo sacudido hasta la médula, inmediatamente después del desastroso Concilio Vaticano II. Varios seminaristas huyeron en busca de refugio católico al Seminario que el Arzobispo intentaba montar en Friburgo, en Suiza, pero debido a los atormentados tiempos que corrían tuvo un comienzo difícil, y el Arzobispo después de un primer año estuvo a punto de abandonar. Aquí es donde los seminaristas Aulagnier y Tissier entraron en la historia de la Iglesia al persuadir conjuntamente al arzobispo para que perseverara. Llegaron entonces muchas más vocaciones, y el Seminario floreció a partir de entonces, por medio del cual en esos años oscuros el Arzobispo salvaría para mejores días la Tradición Católica: la doctrina, la misa, los sacramentos, el sacerdocio – ¿dónde estarían hoy si no hubiera existido Écône? Esta es la mayor deuda que tenemos con el padre Aulagnier y con monseñor Tissier.

Llegado al Arzobispado en 1969, fue ordenado sacerdote por él en 1971, y fue su mano derecha como Primer Asistente de la Congregación de 1973 a 1982 y como Superior de Distrito de Francia de 1976 a 1994, 18 años en los que viajó constantemente por toda Francia para construir con el Arzobispo la red de prioratos, colegios, conventos y otras obras, que han sido la base de la presencia e influencia de la Congregación en Francia hasta hoy. Aquí se diría que estuvo en su momento más feliz y fructífero, llevando el buen sentido y el buen humor a las almas en todas las direcciones.

El P. Aulagnier no hizó sólo recibir del arzobispo. En 1970 él le animó a fundar tanto el Seminario sacerdotal de Écône, como la Fraternidad, para enmarcar el apostolado de los sacerdotes que serían ordenados, pero que previsiblemente se les negaría cualquier estructura para su ministerio por parte de la Iglesia oficial en adelante entregada a la religión conciliar. Y así fue.

En 1976, cuando el arzobispo estaba en vísperas de la histórica ordenación de la primera e importante tanda de sacerdotes de Écône, llamó a la puerta del P. Aulagnier en un momento de vacilación antes de emprender finalmente esta acción decisiva, y fue el estímulo del P. Aulagnier lo que finalmente le decidió. De nuevo, ¿dónde estarían hoy el sacerdocio y la Iglesia si alguno de ellos dos hubiera vacilado?

Y a finales de mayo de 1988, cuando el Arzobispo reunió en el centro de Francia a un gran número de los principales defensores de la Tradición Católica, sacerdotes y Hermanas, para deliberar si debía seguir adelante en junio con la consagración de obispos por la Tradición sin el permiso oficial de Roma, las Hermanas se mostraron valientes al máximo, pero los sacerdotes aconsejaron casi todos el retraso, excepto el Padre Aulagnier, que dijo: “La filosofía y la teología de Roma ya no son católicas . . . . Tengo miedo del acuerdo que nos ofrecen . . . . Temo la astucia romana . . . corremos el riesgo de ser devorados por la Roma modernista”. Tenía razón entonces. Hoy sigue teniendo razón.

Querido P. Aulagnier, ¡inmenso agradecimiento! Que descanse en paz y que la suya sea una gran recompensa.

Kyrie eleison.