Mgr. Williamson
El mundo hoy puede hacer a un santo desesperar-
Pero un medio santo conoce como volverse a orar.
Cuando el Titanic comenzó a hundirse en 1912, es bien sabido que los primeros botes salvavidas a ser lanzados no estaban llenos según su capacidad porque todavía no había suficientes pasajeros que tomaran seriamente la condición condenada del barco afectado. Pero a medida que la plena verdad se volvió ampliamente conocida, así el resto de los botes salvavidas tenían cada uno más personas que las suficientes queriendo abordar. Ahora, el hundimiento del Titanic fue un espejo de Dios mostrando al mundo moderno donde está, pero de ninguna manera todas las personas vivas hoy creen eso, y así los botes salvavidas de la Tradición Católica están siendo vaciados más que llenados. Ni con mucho suficientes almas captan aún la verdad plena de nuestra condición condenada como para estar haciendo lo que ellas necesitan estar haciendo – orar urgentemente.
He aquí como un amigo de Suiza lo pone: “En nuestro país como en otras partes, hasta la última traza de Catolicismo está desapareciendo y el (otrora muy Católico cantón del) Valais no es la excepción. Todo necesita empezar de nuevo, mientras que los enemigos de la Verdad son más numerosos cada día”. ¿Puede alguien decir que esta descripción no encaja en su propia parte del mundo? ¡Ciertamente vale para Inglaterra! En una encuesta realizada a 1,595 adultos ingleses el 18 y 19 de diciembre, solamente 28% creen en Dios mientras que 38% son ateos positivos. Hace poco menos de dos años estas cifras eran de 32% los creyentes, 33% los ateos. Es evidente que los incrédulos están avanzando considerablemente. ¡Pobre Inglaterra!
Pero, ¿por qué es tan importante creer en Dios? Santo Tomás de Aquino explica en su Tratado sobre los Ángeles: así como toda la Creación procede de Dios por un desbordamiento de su bondad, así esa bondad en las creaturas busca volver a la Suprema Bondad del Creador, cada una a su propia manera: vegetales y minerales por una inclinación natural, animales por una inclinación sensorial, hombres y ángeles más perfectamente por una inclinación intelectual de la mente y libre albedrío (1a, 59, 1). Así los seres humanos vienen de Dios para volver a Él por el correcto uso de sus mentes, siendo “inexcusables”, según dice San Pablo, si pretenden que no pueden reconocer a Dios en Su Creación (Rom. I, 20) y por el correcto uso de su libre albedrío para elegirlo a Él en lugar de rechazarlo. Por desgracia, las atracciones sensuales alejan de Dios a la mayoría de los hombres (1a, 63, 9 ad 1).
Sin embargo, ser arrastrados lejos de Él no es para lo que Dios destinó al hombre. Cada hombre que Él creó, lo hizo para el Cielo (I Tim. II,4) y a todos los hombres Él les da la gracia suficiente como para que ellos lo conozcan y lo amen y así lleguen al Cielo. El Cielo es, por consiguiente, para lo que cada hombre es, sea o no que acepte el hecho, y si lo rechaza, está encegueciéndose a sí mismo y no puede tener entendimiento de lo que se trata la vida. Se seguiría que todos estos hombres que son líderes en cualquier dominio son en última instancia ciegos liderando a ciegos, mientras que los seguidores son ciegos siguiendo a ciegos. “Yo soy la Luz del Mundo”, dice Nuestro Señor Jesucristo, “el que me siga, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan VIII, 12).
Entonces, quien rechaza seguir a Dios, ni que decir a Jesucristo y a Su Iglesia Católica, camina en la oscuridad, y la obstinada preferencia hoy de los “Occidentales” globales por más y más oscuridad está preparando un terrible Castigo comparable solamente con el Diluvio en tiempos de Noé. Así como entonces los hombres habían “corrompido su camino sobre la tierra” de tal manera (Gén. VI, 12) que Dios tuvo que intervenir con el Diluvio para prevenir que absolutamente todos los hombres eligieran ir al Infierno, as í también hoy la corrupción es tan terrible que sólo Dios puede interrumpirla.
Pero los hombres siempre pueden orar, y la oración todavía funciona como nada otro más funciona. Pues es fácil de imaginar cómo en medio de millones y millones de almas volviéndose a Mammon y alejándose de Dios, Él positivamente ve por, y escucha a, las cada vez menos almas que se vuelven a Él. La hora es para orar, a través de Su Madre, la oración del Santo Rosario, quince Misterios al día, si esto es razonablemente posible.
Kyrie eleison.